Todo es felicidad cuando lo estamos pasando bien. Cuando conseguimos un estado de ánimo en el que nos sentimos satisfechos. Cuando brotan emociones positivas como la alegría o la tranquilidad. Ahora bien, ¿alguna vez has pensado los beneficios que aportan estos pequeños momentos de felicidad a tu salud?
Diversos estudios han comprobado que cuando somos felices aumentan las defensas del sistema inmunitario, la piel se regenera y mejora la circulación. Pero eso no es todo, también se refuerza la autoestima y se fomenta la creatividad. ¡La felicidad se nota hasta en la cara!
Por ello, pasar tiempo con amigos, charlando y disfrutando del momento, es muy positivo para nuestro bienestar. Una risa, una lágrima, un secreto, una complicidad. Sin saberlo, nuestro cuerpo está creando felicidad. Y eso es gracias a las hormonas.
Las hormonas de la felicidad son substancias químicas que segrega nuestro cuerpo. Seguro has oído hablar de las endorfinas. Estas actúan como inhibidoras del estrés y el dolor, tanto físico como emocional, y son responsables del deseo sexual. También juegan un papel importante en la memoria y el aprendizaje. Podemos liberarlas haciendo ejercicio, por ejemplo, y así, ayudarnos a respirar y dormir mejor.
La serotonina también se ocupa de nuestro estado de ánimo. Es un neurotransmisor que inhibe la agresividad y se acciona sobre el apetito, la líbido sexual, la temperatura corporal y el sueño. Además, se encarga de controlar los movimientos del tracto intestinal y las náuseas y participa en la coagulación sanguínea. Si nuestro cuerpo no segrega serotonina, es probable que estemos ante un cuadro depresivo.
¿Te suena el nombre de dopamina? Este neurotransmisor está vinculado a la motivación y la curiosidad. En otras palabras, cuando hacemos algo que nos gusta o cumplimos un objetivo, nos provoca una sensación de recompensa y bienestar. Por ello, se relaciona con las personas creativas y en sentido negativo, con las adicciones y las conductas de riesgo.
Por último, en la felicidad también interviene la oxitocina, también llamada hormona del amor. Eso es porque está relacionado con los vínculos emocionales y las relaciones afectivas. Se segregan oxitocinas en el acto sexual, en el embarazo y en el parto. Asimismo, también están implicadas en la confianza en uno mismo, el equilibrio interior y en conductas sociales como el altruismo, la empatía o la generosidad.
Alimentos felices
Para sintetizar la serotonina necesitamos triptófano, un aminoácido esencial que encontramos en algunos alimentos y que el organismo no es capaz de producir por sí mismo. Lo podemos encontrar en las semillas de girasol, calabaza y chía, en frutos secos como las nueces o los pistachos, en frutas como el plátano, las fresas, los arándanos, la piña o la naranja, y en cereales y legumbres. Asimismo, también se recomienda consumir pescado azul, por su contenido en omega 3, que aumenta la serotonina. También aguacate, por sus grasas saludables, y cacao negro puro, por la feniletalimina, un neurotransmisor que activa las hormonas de la felicidad.
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